bienvenido / welcome

sin patria, pero sin amo
without motherland, but without love

martes, 28 de julio de 2009

“Dios los cría y la literatura los une”


En la foto, de izquierda a derecha, San Francisco, Mari Cruz, Pablo, Jesús, Diego y Juan Antonio

ÓSCAR MARTÍNEZ – EL NOROESTE – EDICIÓN DEL 25 DE JULIO AL 1 DE AGOSTO, 2009, CARAVACA, PÁGINA 5*

Con esa frase inició Julio San Francisco su intervención en la presentación del Club de Lectura de la Cruz que se presentó el lunes 13 de julio. El periodista y poeta cubano afincado en España desde 1997 apadrinó de esa forma el nacimiento de una iniciativa gestada por tres jóvenes caravaqueños amantes de la literatura. Jesús López Melgares, Diego Antonio Robles Sánchez y Pablo López Molina-Niñirola, que aunque son estudiantes de Hispánicas, Clásicas y Biología respectivamente, les une la afición a la literatura y a departir sobre ella.

El acto, celebrado en un ambiente distendido, contó con la presencia de, además del mencionado Julio San Francisco y los tres jóvenes literatos, de la concejala de Cultura, Mari Cruz Pérez, y del bibliotecario Juan Antonio Martínez Piqueras, además de numerosos amigos y familiares de los creadores del club.

La edil de Cultura resaltó en su intervención la felicitación y el apoyo por parte del Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz a esta iniciativa basada en la inquietud por la lectura, animando al resto de jóvenes a que se unan al club.

Juan Antonio Piqueras, que fue el introductor del acto, quiso hacer un paralelismo en el espíritu del nacimiento de este club con la tradición literaria caravaqueña, anclada en hitos tan importantes como el poeta andalucí Abu Hasan Al-Abbas Al-Caravaqui, la decimonónica Sociedad Literaria Caravaqueña, los antiguos premios Albacara o el gran narrador contemporáneo Miguel Espinosa.

Julio San Francisco “padrino literario” del club y en buena parte instigador del mismo leyó unas líneas dedicadas al nacimiento y gestación del Club de Lectura de la Cruz, encaminado a la reivindicación de la poesía y vincular definitivamente la literatura a Caravaca de la Cruz mediante el homenaje a sus más ilustres escritores y el apoyo de iniciativas literarias como medio fundamental del bienestar cultural y colectivo de la localidad. El poeta cubano, recordó asimismo su intervención literaria el pasado 23 de abril en la Casa de la Cultura, donde leyó las primeras líneas del Quijote como viene siendo habitual para celebrar el día de las letras españolas, disponiendo algunas mesas en forma de cruz patriarcal, motivo original del nombre del club. De la misma manera, pidió que la próxima Feria del Libro de Caravaca aumente su calidad y, aunque más corta, que fuese más mediática, con la presencia de escritores reconocidos, que le dieran presencia informativa local, regional e incluso nacional y así convertirla en un referente cultural más de la localidad.

Jesús López Melgares fue el encargado de enumerar los objetivos que persigue el club, que tras convertirse e asociación, pretende ser un punto de encuentro entre aficionados a la literatura en el que puedan intercambiar impresiones y divulgar la literatura caravaqueña.

Pablo López secundó a su compañero Jesús afirmando: “El club tiene que ser un espacio en el que la literatura, en todos sus aspectos, pueda ser desarrollada, y sobre todo, queremos hacer del Club algo serio, que perdure”. Por último, Diego Robles, encargado de buena parte de la coordinación del club, leyó un texto de Kavafis en el que se podían sospechar buena parte de las intenciones del recién creado club, ya que como él mismo declaró: “La literatura sólo se puede explicar con literatura y nosotros, en este viaje a Ítaca, queremos aprender, y aprender de los que saben”.

El Club de Lectura de la Cruz realizará reuniones los últimos sábados de cada mes en local de La Compañía Lounge Club, al que agradecen su colaboración y anunciaron como primera actividad del mismo una mesa redonda con el escritor caravaqueño Luis Leante el 24 de julio, donde también se realizó un firma de libros por parte del autor. Todos los interesados en unirse al club, sin distinción de ideas políticas, ni edades, ni gustos, pueden hacerlo poniéndose en contacto con el club de diversas maneras: a través de su blog: http://clublecturadelacruz.blogspot.com, su correo electrónico: clublecturadelacruz@gmail.com o bien en las redes sociales Facebook: www.facebook.com/lectura.delacruz o en Tuenti: Club Lectura de la Cruz.

*Además de El Noroeste han reflejado destacadamente la presentación social del Club Lectura de la Cruz, Telecarava, Radio Caravaca y la Cadena Ser. (Nota de El club de los amigos malos).

sábado, 18 de julio de 2009

PALABRAS DE JULIO SAN FRANCISCO EN LA PRESENTACIÓN SOCIAL DEL "CLUB LECTURA DE LA CRUZ"

Estimada Mary Cruz,
Amigos y amigas,

Dios los cría y la Literatura los une, como más adelante podremos ver.

Nunca sabremos la cantidad de proyectos, buenos y malos, que han dejado de efectuarse porque nunca coincidieron y se comunicaron en una bocacalle, en un bar, en un teatro, en un estadium, las personas que hubieran podido idearlos y aplicarlos, aún cuando ambas partes hayan estado paradas o sentadas, tal vez el mismo día, en el mismo lugar, sólo a un metro de distancia, pero no se hablaron. ¡De cuántos hechos horribles nos habremos salvado! ¡Cuántas obras maravillosas nos habremos perdido! Como dice Frank Kafka en su magnífico relato sobre una araña de alambre en la escalera, aquel animal imaginario inventado por él: “Sólo pensarlo, me sobrecoge”.

El 23 de Abril de este año 2009 yo había hecho en la Casa de la Cultura, con la Concejala Mari Cruz, la tradicional lectura en España de la primera página del Ingenioso Hidalgo Caballero Don Quijote de La Macha, del gran Miguel de Cervantes y Saavedra, de mañana. De tarde había ofrecido en el Salón de Actos de dicha Casa una lectura de poemas de mi libro “Todo mi corazón y otros agravantes, poemas escritos en La Habana y Madrid”, editado en la capital española en 2002. De noche, ese mismo día, ofrecería otra lectura, pero con textos no sólo míos.

La idea no podía ser más sencilla: formar con unas cuantas mesas la Cruz de Caravaca y cubrirla con un mantel blanco para que a ella se sentara un grupo de personas a oír una lectura de poesía. Pretendía que esa lectura tuviera una connotación directamente popular porque es el pueblo el que crea la Lengua, porque es el pueblo el que se refleja en la poesía y, por tanto, a la vez, su mayor destinatario. Ya lo he dicho, si los historiadores dejan testimonio del decursar de hechos en el tiempo, los poetas dejamos testimonio de la historia de las emociones humanas, somos cronistas de las emociones. De ahí que, como siempre habrá historiadores, siempre habrá poetas. “Siempre habrá poesía”, como dijera Gustavo Adolfo Becquer. Los hechos y las emociones, la Historia y la Poesía están, pues, tan vinculadas que para comprender al máximo posible el exilio español, por ejemplo, hay que leer tratados de Historia y hay que leer a León Felipe, pero esto solamente, que ya me parecía interesante, aún no me bastaba para completar la argumentación y la conceptualización de la “Lectura de la Cruz”. Conozco las connotaciones que tiene la Cruz de Caravaca para los en general hospitalarios y afectuosos habitantes de esta ciudad, sea estrictamente religiosa o fiestera, o ambas. Era justo y necesario, entonces, que a través de la Lectura de la Cruz la Lengua y la Poesía se vincularan simbólicamente, un día, el 23 de Abril, que me parece el más adecuado, a las Fiestas de la Santísima y Vera Cruz tan importantes para Caravaca como Ciudad Santa, tan importantes para los caravaqueños religiosos, ateos y agnósticos.

Una vez que la idea estuvo meditada, madurada, conceptualizada, una vez que me pareció viable, útil y bella, pusimos manos a la obra Juanjo, Ángel Quintana, y, por supuesto, yo. La ofrecí, como algunos sabrán, en la terraza del bar El Parque, de esta localidad, en la Plaza de los Obispos. Aquella Lectura de la Cruz tuvo como propósito homenajear a Miguel de Cervantes y Saavedra y al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (¿quién es el real?), reivindicar la grandeza de la Lengua Española, reivindicar el soneto como forma métrica insigne de la Poesía, reivindicar la conveniencia de la eticidad en la conducta del escritor y –no por último en la serie, menos importante-, rendir un homenaje a los escritores caravaqueños. A última hora hubo que aumentar el tamaño de la cruz que, de hecho, ya era grande, aunque todas las cruces son grandes. La primera “Lectura de la Cruz” estaba consumada, con culpables, testigos y, al parecer, Jurado y Juicio. El videasta Ángel Quintana la filmó y se ha difundido destacadamente en las más importantes páginas web de todo el mundo.

Caravaca de La Cruz es un pequeño paraíso aquí en la Tierra. En su multisecular existir ha acumulado un valioso y reconocido acervo cultural. Posee importantes intelectuales con importantes obras. Es, en fin, un sitio con Historia, con Cultura y abundante en seres maravillosos. Merece –pienso- todo tipo de buenas iniciativas y consagrados esfuerzos.

De los encuentros que nunca ocurrieron y que mencioné al principio lógicamente no puedo hablar, pero sí puedo hablar de uno que sí ocurrió y que es el que nos tiene hoy aquí. Fue entre el joven intelectual caravaqueño Diego Antonio Sánchez Robles y quien les habla. Nos encontramos una mañana (acaso una tarde o una noche) en un estadium, un teatro, un bar o una bocacalle. Él, con un pequeño grupo de amigos, quería crear una (llamémosle provisionalmente) “entidad/tertulia” que reuniera a personas intelectualmente, afectuosamente, afines y se constituyera en un entorno de investigación, de aprendizaje, de entretenimiento, para el presente, el bienestar y el futuro, esos tres tiempos sustanciales.

Estuvimos hablando largo rato, probablemente nos hayamos tomado un vino (mientras se toma un buen vino pueden surgir muchas cosas, muchas) y surgió el Club Lectura de la Cruz, del cual no hablaré casi nada porque es de ellos, les corresponde hablar a ellos y hablarán ellos. Sólo diré que lo han creado para sistematizar la “Lectura de la Cruz” con lo cual, también en mi opinión, se le añadirá a la ciudad y a la Literatura aquí otro interesante signo de identidad, una peculiaridad sin precedentes en la Historia de la Literatura y, por tanto, una marca nacional e internacional del quehacer de la localidad en el campo de las Letras que beneficiaría a los escritores y los lectores caravaqueños, al pueblo caravaqueño, a Caravaca por la palanca de promoción en que pudiera convertirse al punto de que hasta importantes escritores no caravaqueños lleguen a anhelar ofrecer una “Lectura de la Cruz” cada 23 de Abril. Uno de ellos, no diré si Diego, Jesús o Pablo, dará la segunda “Lectura de la Cruz”, el 23 de Abril de 2010, ya en pleno apogeo del Año Jubilar.

El otro objetivo del “Club Lectura de la Cruz” es realizar y apoyar actividades literarias de toda índole con el propósito de incentivar y desarrollar la creación literaria caravaqueña como medio fundamental para el enriquecimiento espiritual individual y, consiguientemente, el bienestar colectivo.

En este mismo sentido intercambiamos y continuaremos intercambiando opiniones Mari Cruz, Juan Antonio Piqueras y yo para lograr que la Feria del Libro 2010 tenga mayor perfil institucional, sea tal vez más corta, pero más brillante, provechosa y mediática, cuente con una mayor promoción preliminar, con una destacada apertura y clausura, con escritores españoles, especialmente caravaqueños, que firmen libros en la una y en la otra, oferte tantos de los libros escritos sobre Caravaca y, desde luego, posea mayor cobertura de la prensa local, regional y, de ser posible, nacional. Pase a convertirse en una importante Feria del Libro de Murcia y de España. Estamos trabajando para el próximo Año Jubilar 2010, y para el infinito, y lo lograremos. Sí queremos y sí podemos.

Me permitiré lanzar –sin ánimo de que se tomen como proposiciones definitivas- algunas ideal al respecto. Creo que deberían articularse el 23 de Abril, la Feria del Libro y la Lectura de la Cruz. Pienso que ese día debe celebrarse en horas de la mañana el Acto Central en la Casa de la Cultura, al medio día debe inaugurarse la Feria y por la noche debe realizarse la Lectura de la Cruz. Durante todos esos días deben efectuarse homenajes, lecturas, dramatizaciones, talleres literarios, debates de escritura, edición, lectura y Nuevas Tecnologías y darse a conocer el resultado de un concurso literario.

Todo esto requiere un presupuesto, pero mi experiencia en el ejercicio de la vida, el periodismo y, a veces, la política, me dice que los presupuestos se logran finalmente si la actividad u obra que se pretende emprender aporta prestigio o dinero, o ambos, y es de utilidad pública. Todo esto puede aportar todos estos bienes y, además, uso sano y culto del tiempo libre, sobre todo el de los jóvenes. O sea, aporta riqueza cultural y atracción turística. Sería importante y se difundiría. No podemos olvidar que lo que no existe en la prensa no existe. Ese es un viejo lema de mi profesión, aunque estoy hablando, además, desde mi experiencia acumulada como promotor cultural, como miembro de comités organizadores de ferias del libro, como miembro de jurado de concursos literarios, como aquel joven que en 1979 -30 años atrás era un Diego, un Jesús, un Pablo- y fue presidente de la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas Hermanos Sainz, en una isla de Cuba que se llama Isla de Pinos, e, incluso, como escritor, como lector, como vendedor de libros, como alguien que con los libros ha hecho de todo, y, sobre todo, disfrutarlos y, por tanto, llegar a comprender cuán útiles pueden ser y cuánto pueden decidir la vida de un ser humano, especialmente si el primero que se lee se lee a temprana edad y es un libro de los que llamo marcador de caminos, como el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, pero un ser humano no se hace con un libro, se hace con muchos libros y con mucha vida. De ahí la importancia de crear libros, de crear no hábito, sino necesidad de lecturas. De ahí la importancia del nacimiento del Club Lectura de la Cruz en Caravaca de la Cruz que llega para llenar un llano

La Junta Colegiada del Club Lectura de la Cruz es consciente de todo esto. Está integrada jóvenes estudiosos, rigurosos, inquietos y bien orientados intelectualmente, por Diego, por Jesús, por Pablo. Son jóvenes talentosos, emprendedores. Tienen, en mi opinión, lo necesario para que un proyecto se convierta en hecho y, de hecho, en éxito: sentido común, capacidad, ambición, disciplina, ilusión. Tienen ya, pues, el 50 por ciento de los valores necesarios. Espero y deseo que también cuenten con ese valor añadido que se llama “Suerte” y que muchas veces decide que una buena empresa salga o no adelante. Tengo la esperanza –soy un hombre de empedernida esperanza- de que la vocación por la Literatura y el Bien Común los mantenga unidos y de que dentro de 50 años estos hoy jóvenes, Diego, Jesús y Pablo, puedan celebrar y celebren el medio siglo del Club Lectura de la Cruz.

Podemos estar asistiendo hoy, de forma tan natural como sencilla, al nacimiento de un grupo literario del cual salgan grandes escritores caravaqueños, orgullo de esta ciudad, de Murcia y de España en el futuro, aunque tal vez todos no nos percatemos de esto. Así sucede a veces con lo emblemático.

Muchas gracias

Caravaca de la Cruz, Casa de la Cruz, Lunes 13 de Julio, 2009, 17:00 horas

miércoles, 15 de julio de 2009

Donde Francisco de Quevedo exalta las virtudes de la lectura (soneto)*

Retirado en la paz de estos desiertos
con pocos, pero doctos libros juntos
vivo con el comercio de difuntos
y con mis ojos oigo hablar los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos
o enmiendan o fecundan mis asuntos
los libros que, en callados contrapuntos,
al músico silencio están despiertos.

Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años vengadora
restituye, D. Juan, docta la imprenta.

En fuga irrevocable huye la hora;
mas con el mejor cálculo se cuenta
la que en lección y estudio nos mejora.

Francisco de Quevedo

*El título es del blogger porque el de Quevedo era muy malo para la época. j.s.f.

UNA PÁGINA WEB QUE NO TIENE NADA QUE VER CON ESTO, PERO NO SE LA PIERDA Y AÑÁDALA A SUS MARCADORES:

www.prensagulag.com

sábado, 4 de julio de 2009

¿CÓMO SURGIÓ "PRENSA GULAG, LA APASIONANTE LUCHA DE UN PERIODISTA CUBANO DISIDENTE”? HE AQUÍ LA RESPUESTA

© Por Julio San Francisco
Cofundador-Subdirector de Habana-Press (desterrado)
Columnista
La Nueva Cuba
Julio 25, 2002
________________________________________

Me di cuenta cuando –15 o 20 minutos después –aún sudaba frío por el miedo que empecé a sentir al descolgar el auricular del teléfono 91 – 42 –02 de Habana-Press, y dar la noticia de la caída de octavillas en la capital cubana, lanzadas por Hermanos Al Rescate, aquel sábado 13 de enero de 1996.

Aterrorizado, en un estado casi de pánico, pensé “si no vienen a fusilarme esta noche, si no pido perdón (inútilmente, claro) ante el pelotón de fusilamiento. Tengo que escribir esto”.

No hubo revuelta, no hubo sublevación, pero el día siguiente en un operativo conjunto de la policía nacional y la policía política en la habanera rotonda de Cojímar fuimos brutalmente arrestados y esposados Rafael Solano, director de la agencia, y yo, subdirector y, enseguida, cínicamente interrogados y, obviamente, no me fusilaron.

Pero, a la larga, fui a parar, con un agudo síndrome de neurosis depresiva-ansiosa al Sanatorio Psiquiátrico San Juan de Dios, de La Habana en el verano de 1997, después del acoso de la policía política, (había comenzado el 28 de enero de 1987 con mi auto edición en mimeógrafo de Acrobacia Roja) donde, algo recuperado, empecé a escribir lo que primero se titularía Apuntes para el estudio del Movimiento Cubano de Periodismo Independiente.

En una oficina, casi otra sala de sanatorio psiquiátrico, pero sin Hermana Amelia, de Madrid, en el verano de 2001 terminé lo que finalmente ha sido Corto cuento contra Castro (memorias de un periodista desterrado)*.

Durante cinco años he podido constatar que del tema se ha escrito poco, lo poco que se ha escrito está disperso y, de ese poco, bastante carece de rigor y, en algunos casos, no por falta de buenos instrumentos metodológicos de sus autores.

No he tenido que investigar mucho ni contrastar mucha información porque, excepto en la fundación de la APIC, tuve el privilegio de participar directamente, activamente, en todos los otros hechos fundamentales que son objeto de esta historia hasta llegar a los más sobresalientes (constituyen la etapa de apogeo de lo narrado –la fundación de Habana-Press y Concilio Cubano) y de estar, durante este tiempo codo con codo con Rafael Solano y Leonel Morejón Almagro hasta el punto que muchas veces, cuando Leonel gestaba Concilio... yo me quedaba a dormir en su casa, en el cuarto donde colgaba de un perchero la toca que tan bien siempre lució con su brillante dominio del estrado en defensa de otros opositores, y revisábamos juntos el texto de las bases del proyecto más inteligente y eficaz en la historia de la unidad de la oposición pacífica anticastrista cubana.

Posteriormente me instalé en la casa de Solano, en la sala donde permanecía la máquina de escribir de donde supo sacar el gran radiodocumental con el que ganó en 1988 el Premio Rey de España de Periodismo, porque allí radicaba nuestra agencia y, desde allí, trasmitimos todas las noticias relacionados con Concilio y con el resto de lo que fuera oponerse a Castro con palabras periodísticamente empuñadas.

No he escrito con un criterio historicista porque no soy historiador y porque creo que a la Historia, incluso considerada como Ciencia le convienen los elementos, correctamente conjugados, intelectivos y emotivos.

Tal vez por carecer muchas veces de estos últimos una asignatura tan importante (memoria-identidad) es considerada por muchos estudiantes en todo el mundo, al menos cuando son adolescentes que es cuando, para bien o para mal, más puede influir en su formación, un “ladrillo”, como se dice en Cuba. Yo he tratado de escribir, con esta concepción histórico - literaria, mis memorias de esa historia, desde el punto donde me tocó empezar a participar activamente en ella hasta el punto en que me tocó ser despachado, como una maleta que respirara, por el aeropuerto internacional cubano José Martí.

"Corto cuento contra Castro..." tiene INTROITO; AMPARO OCHOA: EL AVISO (CAPÍTULO I); ACROBACIA ROJA: LA AMENAZA (CAPÍTULO II); EL PERIODISMO LIBRE: LA CONDENA (CAPÍTULO III); EL PERIODISMO OFICIAL: LA MUERTE (CAPÍTULO IV); y un EPÍLOGO.

A lo largo y ancho de sus 380 folios trato de poner algunos hechos y personas (incluido yo y mis hechos –en su lugar - circunstancia). Siempre me han interesado los noheroes, por eso hablo de mí no sin decir, como ‘nuestro’ gran Don Miguel de Unamuno, perdónenmelo, pero soy el hombre que tengo más a mano. He podido contar, para su creación, justamente sólo con mi memoria, pero mi memoria no es del todo mala, y constatar los datos que constituyen la columna vertebral de lo contado.

Me he tomado, desde los puntos de vista de forma y juicio, todas las libertades que tengo a mano, que no son pocas.

En cuanto a lo primero, sólo he desechado lo que pueda complicar la lectura pues pienso que debo contribuir a facilitarle las cosas al lector. Dejaré que otros digan si se trata de una monografía, de un reportaje, de un diario, de un cuento, de una novela, de unas memorias, de todo esto o de un experimento inclasificable, pero en todo caso estoy seguro de que será útil para esa esperada Cuba soñada.

Estoy tan convencido de ello que sé que tendrá que utilizarse como texto de consulta en todas las facultades de periodismo de esa Cuba llegada en la asignatura Historia del Periodismo.

En cuando a lo segundo, sólo he omitido las cuestiones anecdóticas de las cuales se derivaría un criterio que podría afectar a alguien y aquellas revelaciones que alcanzarían categoría de bajeza.

Todo lector, desde luego, tendrá de todo tema tratado aquí –incluido yo –su propio criterio al guardar este libro en su anaquel cuando se publique, que solamente Dios lo sabe.

Como lo he escrito en pésimas condiciones, tanto en La Habana como en Madrid, no he podido emprenderlo con mayores pretensiones estéticas, incluso no he podido darle ni el “taller” necesario, pero lo considero literariamente digno. Constituye un urgente y desgastador “ensayo” para una próxima “puesta en escena” con mayor belleza. O un ejercicio para una novela pendiente.

En este mundo que es, entre otras cosas, el de "querer agradar" yo en mi medio siglo he podido moverme con toda libertad porque solamente me ha interesado agradar, en mi vida privada y pública, aparte de a mi familia a la cual siempre he agradado "de oficio", a mis amigos y a las 4 mujeres que he tenido. Eso he podido lograrlo al margen de consideraciones de conveniencias ideologizadas o políticamente correctas.
Sé que en el terreno o el ruedo de la política, a la que están tan vinculados el Periodismo y un tipo de Literatura, para hacer un "buen juego" o una "buena faena" hay que tener muy en cuenta este requerimiento, pero ocurre que, muchas veces, para lograrlo hay que comprometer la ética personal - profesional donde pierde su médula el Periodismo y su valor el periodista. No estoy dispuesto a eso. Prefiero perder el juego o hacer una mala faena. Y para mi profundísima satisfacción personal así me ocurrió, primero, cuando ejercía el periodismo oficial, después, cuando ejercí el periodismo libre y, ahora, en el exilio.

No es de dudar que en la Cuba del Mañana --si llego a ella-- la historia se repita. Siempre tendré asegurado el Pulitzer de mi familia, de mis amigos, de la exquisita, inteligente, sensible y bella mujer que me acompañe y de un grupito de lectores que se pasan mis 6 libros inéditos de mano en mano desde hace 22 años y, cuando pueda introducirlos en Cuba, se pasarán los tres que he escrito en el destierro.

He sido todo lo objetivo que mi subjetividad me ha permitido y todo lo imparcial posible, contra mi condición humana al fin, por dos razones: una, aunque elegí el género memorias, que permite determinadas licencias, no he podido dejar de sentir el peso de que he estado escribiendo sobre una historia real; dos, nunca he querido ser honesto porque cuesta muy caro -¿no digo yo si lo sé?-, pero nunca he podido ser deshonesto (¿tal vez para mí eso sería lo mas caro?) porque alguna fuerza interior o exterior, misteriosa, me lo ha impedido durante toda mi vida, azarosa precisamente por mi honestidad emocional e intelectual que es la única propiedad privada que me llevaré, y con cuánto orgullo, a la inevitable tumba del mañana.

De aquí se desprende que el lector podrá notar fácilmente que he decidido quedar bien sólo conmigo y ser fiel a esa historia que es –perdónenme el fácil símil -como la amante subyugante, pero conflictiva de la que se ha estado enamorado locamente y que tanta desgarradura e incertidumbre nos ha causado.

Nadie del resto del staff de Habana - Press está comprometido con el contenido de este libro. No he consultado nada con ninguno de ellos, y no por modestia –que me daría igual-- sino por no implicarlos en mis juicios. Yo soy el único responsable de estos 380 folios y de su portada y contraportada.

De quienes tuvimos, más o menos, una participación protagónica durante los días gozados, sufridos, contados (del 0 al infinito) y narrados, que los calculo entre 8 y 10 personas, creo que todas podrían escribir esta misma historia –quise decir, memorias –con sus puntos de vista y, entre ellas, una o dos más, ofrecerían, sin duda, lo que he pretendido ofrecer yo: un gran reportaje, eso que de este lado del Atlántico se llama Periodismo de Creación, y, de aquél, Periodismo Literario.

De esos, consideremos 10 libros, saldría, mediante un estudio comparado de los expertos, la historia del acontecer que nos ocupa y que, como parte de la lucha por los Derechos Humanos y la Democracia en nuestra patria martirizada, constituiría ese capítulo fundamental de la Historia de Cuba. Me ha requerido un gran esfuerzo de hormiga laboriosa hecho con hormigón armado. Este resultado es mi aporte.

No he podido dejar de tener en cuenta que en este libro mis seres más queridos –mi familia y mis amigos- encontrarán mucho dolor y se darán cuenta de que es el mío. No podía ocultarlo porque si he sido honesto toda mi vida y estoy pagando por ello, debo serlo completamente. Este dolor, tanto, es útil, incluso para mí mismo.

No puedo pedirles que no lo sufran, pero desearía que en lugar de sufrir se enorgullecieran, se sintieran felices porque yo, aunque sufra, lo soy. Soy un hombre con sentido, que ha tomado decisiones meditadas, que no se arrepiente de nada, que se siente satisfecho con sí mismo. Soy, entonces, un hombre con mucha suerte. Si pudiera ser un gurú podría dejar una lección de sabiduría y felicidad a muchos, pero, como no lo soy, quiero dejársela a mis seres queridos.

El tiempo permanece, como siempre, fijo, la Tierra y el Reloj giran, los muchachos y las muchachas están enamorándose, el otoño se traga al verano (a mi ansiado verano), el invierno al otoño, la primavera al invierno, nacen siempre nuevas flores –es fantástico bajo nuestros pies- y ya suman años durante los que he visto como el otoño se traga al verano sin que yo pueda hacer nada.

Tengo patria todas las mañanas durante la media hora que, por 125 pesetas, me tomo un café con leche con tres sobresitos de azúcar y leo El Mundo mientras comento con el amable Juan, el camarero, lo que aconteció el día anterior.

Mi patria es ese modesto bar que se llama Kariel. Por las noches, después que abro el sofacama donde duermo, mi patria es ese instante en el que enciendo el incienso. Y día a día, espero a Godot convencido de que llegará aunque no llegue.

Madrid, agosto 2001

*Después de concluida esta investigación y terminado “Corto cuento contra Castro (memorias de un periodista desterrado)” decidí utilizar toda esta información para escribir la novela “Prensa Gulag, la apasionante lucha de un periodista cubano disidente, en la cual opté por mezclar la realidad con la ficción, y destruí el primer libro, o sea, “Corto cuento contra Castro…”, o sea, el libro que menciono en estas palabras introductorias de entonces.

viernes, 3 de julio de 2009

NOVELA "PRENSA GULAG, LA APASIONANTE LUCHA DE UN PERIODISTA CUBANO DISIDENTE", DE JULIO SAN FRANCISCO. FRAGMENTO DE HOY

Y lo peor, todos tienen su espada particular. Y yo, ¿qué hago? ¿Cómo debería actuar si, de pronto, se me parara delante, con una espada, un hombre dispuesto a matarme y nadie me ayudara? ¡Aaah, la cabeza! ¿Pero por qué siempre me hago la misma pregunta? No me rendiría, no correría, no pediría perdón. Antes que todo debo tener presente que no podría perder la serenidad. Erguiría el pecho, miraría al hombre a los ojos y le diría “cuando queráis, caballero”. Él, desconcertado por mi hidalguía y, por supuesto, iracundo por la humillación que esto significaría para él, levantaría la espada con la intención de dejarla caer sobre mi cabeza. Yo levantaría, rápido, el brazo derecho para detener la espada y me inclinaría hacia la izquierda. Su primer intento habría sido un fracaso, un fracaso rotundo. Mi mano -y no mi cabeza- caería a la calle. Es probable que en ese momento yo sintiera la tentación de recoger mi mano derecha con mi mano izquierda porque en ella está el lunar que tanto me celebra mi esposa. Sería una indelicadeza mía no llevársela, sería una indelicadeza mía, sin duda. No, pero no. Estaría justificado. Recoger la mano sería mi mayor peligro. No puedo ser sentimental. Tendría que encorvarme y mi cabeza quedaría, indefensa, debajo de la espada del hombre que, en ese momento, estaría mucho más indignado por el intento fallido y, además, mi mano izquierda permanecería ocupada sin necesidad. Cometería un error imperdonable. No, no puedo ser sentimental, al menos en ese momento, porque mi cabeza entonces también caería, irremediablemente, a la calle. Eso no puedo hacerlo aún cuando exista la remota posibilidad de que él no pueda cortármela, de que se ponga nervioso. Entonces lo que debo hacer es saltar hacia atrás cuando el hombre todavía esté levantando nuevamente la espada. Él, ¿qué podría hacer él en esta situación? Levantaría otra vez, es obvio, la espada en busca de mi cabeza, sí, la levantaría nuevamente. Yo cambiaría de táctica pues enfrentar una mano a una espada no da buen resultado. Ya lo habría comprobado. Inclinaría mi cuerpo hacia atrás, levantaría enérgicamente mi pierna izquierda para, en caso de perderla, no perder con ella totalmente el equilibrio, y la antepondría a la espada. Si se repitiera el resultado de la mano, como parecería posible, no debería, o no podría, consternarme. Tampoco puedo recoger, de inmediato, mi pierna izquierda aunque me sienta, como me siento, orgulloso de sus vellos que, como el lunar de la mano derecha, le encantan a mi esposa. Como decía, el hombre se enfurecería mucho más, muchísimo más, y se dispondría a intentar nuevamente dejarme sin cabeza. Él no tendría ya ninguna duda, conocidas las dificultades que causa un hombre con cabeza, comprobadas las consecuencias prácticas, de que dejarme sin cabeza sería, efectivamente, lo más importante. Él no admitiría, estoy convencido, que mi cabeza continuara ocasionándole contratiempos imprevisibles, insoportables, humillantes para él. Levantaría otra vez la espada. La espada ya estaría ensangrentada a pesar de mi inteligente empeño por no sangrar demasiado y yo también estaría algo ensangrentado. Esto es importante porque él lo notaría, pero la sangre no deba, de ninguna manera, impresionarme en un momento como éste, y mucho menos, aunque me resulte difícil impedirlo, causarme fatigas o sudores. Me mantendría sereno. Él dejaría caer la espada, por tercera vez, en busca de mi cabeza. Yo tendría que saltar sobre la pierna que me queda, hacia arriba y hacia atrás, alrededor de 45 grados, en parábola. Esto requeriría gran esfuerzo de mi parte, sobre todo el cálculo exacto. No dispondría de mucho tiempo. Detendría la espada, en esta ya casi decisiva ocasión, con la mano izquierda, pero si le ocurriera lo mismo que a la derecha y que al pie izquierdo, todavía me quedaría la pierna derecha y, por tanto, la posibilidad de un último salto. Esta es la razón fundamental por la cual no debo utilizar la pierna derecha antes que la mano izquierda. No puedo perder la mano y pierna de un mismo lado para continuar enfrentando al hombre con la mano y la pierna del otro lado porque perdería el equilibrio. Lo del equilibrio es importante, tengo que interiorizarlo. De ser posible, debo perder los miembros alternos, tengo que perder los miembros alternos, tengo que perder los miembros alternos. Correcto. Todavía me quedaría la posibilidad de un último salto. Saltar sin pies sería sumamente difícil y no poder saltar, aunque sea con un pie, en una situación como ésta es, sin duda, peligroso, nadie lo dudaría. Analizado fríamente, podría perder también la pierna derecha. Si la perdiera, descansarían sobre la calle, a un lado, mi mano derecha, a otro, mi mano izquierda, hacia delante, mi pie izquierdo, hacia atrás, mi pie derecho, al centro, estaría yo , y frente a mí, el hombre con la espada en alto. Carajo. La situación se habría complicado y podría seguir complicándose, sería difícil para mí. Si perdiera la pierna derecha mi esposa tendría que contentarse con admirar los vellos de mis muslos después de que cicatrizaran las partes cercenadas. No puedo perder la pierna derecha. Ahora, menos que nunca, se me puede ocurrir recoger mis cosas, es decir, mis manos y mi pie izquierdo. Para eso habrá tiempo suficiente si salgo bien del asunto, pero supongamos, en el peor de los casos, que también perdiera la pierna derecha. El hombre estaría ya al filo de enloquecer, su cara, febril, sus ojos, desorbitados y enrojecidos por la ira y la impotencia. Estaría, en pocas palabras, más peligroso que nunca. Yo podría, sin perder la serenidad, ni preocuparme por la sangre, tratar de engañarlo, pues no podría moverme ni saltar como antes. ¡Aaah, la cabeza! Me quedaría así sin manos y sin pies, quieto, mirándome el estómago, como diciéndole con los ojos claros, serenos, (debo realizar con mi mirada firme un recorrido desde la punta de su espada hasta mi ombligo dos o tres veces), “tirad, caballero, una estocada a mi estómago”. Así, insinuadamente, con mi único poder, el que emane de mis transparentes ojos. Él podría caer en la trampa, éste sería el instante más decisivo para mí, y punzar mi estómago para intentar ultimarme. Lo importante es que él, soberbio y tozudo, se olvide, aunque sea en ese instante, de mi cabeza. En ese momento, él, que estaría a una altura muy superior a mi estómago, podría dejarse llevar por la furia prepotente y punzarlo. Esa sería mi última oportunidad, al menos según el sentido común. Yo, inmediatamente después de que sintiera la espada entrar en mi estómago, inclinaría la cabeza hacia delante y mordería la espada, intentando, por supuesto, no cortarme las comisuras de los labios, para quitarle el arma con los dientes. Él ya estaría agotado, cegado por la ira. La situación podría cambiar inesperadamente. Si le quitara la espada, objetivo ya no muy difícil en estas circunstancias, podría intentar demostrarle que el hecho de que alguien tenga la espada no significa, desde mi punto de vista humanístico, que deba blandirla contra quienes no la tienen. Esperaría a que se calmara un poco, se la devolvería y le pediría que me ayudara, si no está muy cansado, a recoger mis cosas, es decir, mis manos y mis pies. Y él, probablemente, me cortaría la cabeza, pero mi cabeza, dispuesta a continuar siendo cabeza, caería a la calle y, con la energía y la decisión acumuladas de vencer al hombre, rebotaría y golpearía fuertemente su cabeza por el frontal.

Y tal vez lo vencería –pensó Arturo y despertó.

jueves, 2 de julio de 2009

DE LA NOVELA "PRENSA GULAG, LA APASIONANTE LUCHA DE UN PERIODISTA CUBANO DISIDENTE". DE JULIO SAN FRANCISCO. FRAGMENTO DE HOY

Aquella noche de finales de noviembre M lo había invitado a cenar en su chalet a las afueras de Nueva Gerona, la capital de Isla de Pinos, paradisíaco paraje en medio del mar al sur de Cuba. Arturo aceptó el gesto a la importante poetisa cubana con la condición de que ella prepararía la cena, él escribiría la cuartilla para su periódico, irían a la cama y, en dos horas, él partiría hacia la redacción, pues se trataba de una noticia de cierre para la primera plana del siguiente día.

En la cocina, M se las veía con viandas, frutas, vegetales y salsas y, en su estudio, él se las arreglaba con los conocidos qué, cómo, dónde y cuándo que debe responder cualquier lead periodístico bien escrito. Era una nota de rutina dando a conocer los cantantes que asistirían ese año al prestigioso Festival del Bolero de La Habana, cuya subsede principal sería la pintoresca ciudad de Nueva Gerona en la turística Isla de Pinos. En la relación que le habían entregado en la delegación de Cultura había leído, entre los nombres de la argentina Mercedes Sosa, la peruana Tania Libertad, la dominicana Sonia Silvestre, el cubano Portillo de la Luz, por primera vez, el de la mujer que se convertiría en el gran amor de su vida y que ya nunca podría separar de su azarosa historia y de su incansable corazón: Amparo Bailén.

Arturo se levantó, se vistió, le dio un último beso a M en la mejilla, le acarició con la mano derecha el pie izquierdo en rol de amante perfecto, y fue a entregar las susodichas veinte líneas que todo el turno de guardia estaba esperando en el periódico Victoria, voz del Pueblo Revolucionario, en la sureña isla cubana.

Tres o cuatro noches después, el 2 de Diciembre, día del aniversario del desembarco del yate Granma capitaneado por Fidel Castro, el más grande escenario de Nueva Gerona, la Plaza del Guerrillero Heroico -bautizada así en homenaje a Ernesto Guevara- estaba impresionantemente engalanada y recibía a los autores e intérpretes más prestigiosos del bolero en Cuba, México, Colombia y España.

Como los jefes de páginas culturales pueden tomarse algunos pequeños privilegios, Arturo se reservó cubrir precisamente ese escenario donde actuaría la cantante española. Recuerda Arturo que, por una razón (¿una premonición, una clarividencia, una corazonada?) que aún no ha podido explicarse, se sentía inhabitualmente nervioso hasta que los presentadores dijeron "y para cerrar este maravilloso espectáculo de esta maravillosa noche caribeña, ¡de España, Amparo Bailén y su orquesta!”. Amparo cantó “En el balcón aquel”, “En el tronco de un árbol” y “Lágrimas Negras”. La primera noche del Festival había sido cerrada con broche de oro, la de Amparo y la de Arturo estaba por comenzar sin causa y sin móvil, como ocurre siempre que el gran amor toca a las puertas de un corazón preparado para él.

En medio del típico nerviosismo y trasiego de un camerino, Arturo pasó por el lado de Amparo Bailén con la intención de abordarla y de entrevistarla, pero se le veía muy ocupada cambiando impresiones con sus músicos, diciéndoles lo que no le había gustado y dándoles indicaciones para el siguiente día. Esperó un poco y, cuando había quedado sola con su guitarra, se acercó.

-¿Cansadita? - le dijo

-Alguito -le dijo ella con una muy bien disimulada sonrisilla y una no menos disimulada mirada de mujer flechada y flechante.

-Le ayudo a guardar la guitarra -le dijo, mientras se presentaba como periodista cubano que cubría el Festival y le metía la guitarra en el estuche.

-Estuvo muy bien -agregó y, consciente de que tenía poco tiempo, -Mire, tengo que pasar por el periódico a redactar lo de esta noche, pero me gustaría verla antes de que se oculte esa luna, ¿Dónde está hospedada, Amparo?

-En la habitación 13 del hotel Colony

-¿Me esperará?

-(...)

miércoles, 1 de julio de 2009

PRENSA GULAG: EL FRAGMENTO DE HOY

El ford amarillo chillón del 58, pero bien mantenido parqueó delante de la oficina de Islapress y causó en todos el habitual nerviosismo que produce siempre en La Habana y en la casa de opositores la llegada de un carro no esperado. Arturo, Pablo y Isadora salieron enseguida a ver quien sería el nuevo visitante o la nueva amenaza.

Del carro se bajó un hombre joven, de piel muy blanca, claramente europeo, y caminó hasta la puerta.

-¿Usted es Arturo Estuardo? –preguntó

- Si. Mucho gusto –respondió Arturo extendiéndole la mano.

-Yo soy Philip –dijo- Vengo de parte de Reporteros Sin Fronteras. Les traigo un ordenador portátil para Islapress. No anuncié la visita porque me indicaron que no hablara por el teléfono de ustedes.

- No tiene importancia – le respondió Arturo y virándose hacia Isadora, Pablo y Pepe. Ella es Isadora, la periodista más joven y bella de la agencia. Él, Pablo, el subdirector, él Pepe.

El francés les extendió la mano y terminó su presentación en un español perfecto sólo marcado por el acento original del hombre. El inesperado visitante, desde que cruzó el umbral y mientras saludaba, miró detenidamente a sus anfitriones y se detuvo en la imagen más discordante, en la de Pablo, como si deshiciera el mal nudo de la corbata y midiera el largo de la prenda desde ese nudo hasta el punto en que caía a mitad de su barriga. Aunque Arturo se había propuesto que no se sentiría más nunca responsable de la indumentaria de su amigo, se sintió incómodo ante el escrutinio no muy disimulado. El que conoce bien a los franceses, sobre todo si se trata de los arrogantes y civilizados parisinos, conoce lo que saben apreciar.

-Como dicen en las telenovelas cubanas –dijo Isadora- ardo en deseos de ver la computadora.

Si, enseguida –dijo el francés y caminó hasta la mesa.

En instantes la computadora portátil estaba abierta junto la vieja máquina de escribir que por encima del hombro la miraba con orgullo consiente de que ella sería la heroína de las más fieras batallas de letras y signos de puntuación que libraría la agencia.

Isadora no ocultó su natural entusiasmo y no se le ocurrió otra cosa que decir
¡Qué bonita, Arturo!

Tendrás que darnos también un seminario sobre cómo utilizarla –dijo Arturo- pues nunca nos hemos sentado delante de ese artefacto. Incluso puedo decirte que ni en los periódicos nacionales cubanos se utilizan computadoras. Para nosotros esto es todo un descubrimiento.

Tengo previsto darles unas lecciones antes de irme –respondió el francés- En Reporteros Sin Fronteras me alertaron sobre eso. ¿Cuándo empezamos?

Ahora –interrumpió Isadora

Después que tomemos un buen café cubano –completó Pablo.

Siéntense, que lo hago –indicó Arturo, y Pablo y el francés se sentaron mientras Isadora se quedó mirando el raro aparato.

¿Te gusta el nombre de Juana de Arco para la computadora? –preguntó Isadora al francés.

Sí. Muy bien, muy bien –respondió el francés.

¿Cuándo te vas, francecito? –preguntó Pablo no sin antes fijarse en su nariz y, como siempre, con el dedo índice y pulgar sacarse de un tirón un largo pelo.

El francés no demostró entusiasmo con el diminutivo que acababan de encasquetarle, pero contestó:

¿De aquí o de Cuba?.

De Cuba, de Cuba –aclaró Pablo.

Me voy el fin de semana. Salgo de aquí para México y de México a París –dijo.

Arturo llegó con las 4 tazas de café y cuatro vasos de agua.

El verdadero café cubano no es este –dijo. El verdadero café cubano se hace con colador y se sirve fuerte, con poca azúcar, y derrama el olor, el aroma, por todas las ventanas de la casa, hasta el patio. Este adolece del pecado original de la revolución, la escasez. No me quedaba mucho polvo ya y lo he hecho con una cafetera, pero espero que te guste.

Todos cogieron su taza y sorbieron.

Está muy bueno –dijo el francés

Otras veces te ha quedado mejor –dijo Pablo- Ah, y antes de que se me olvide, esta noche voy a revisar la Carta de Estilo de la agencia.

Está bien, todo lo que yo escribo es susceptible de ser empeorado –ironizó Arturo- y, volviendo al café, puntualizó: pocas veces ha sido hecho con tan poco polvo y tanto afecto.

Está bueno, está bueno –dijo Isadora y se levantó a recoger las tazas.

Arturo, Pablo y Isadora sacaron sus cajetillas de cigarros Populares cuya mala envoltura debió decirle al francés que eran de pésima calidad porque invitó a fumar de los suyos.

Acéptenme un Gitanes –dijo

Pues sí –dijo Arturo porque estos rompe pecho no sirven para nada, pero son los cigarros que nos entregan por la libreta de racionamiento, los que tiene que fumar el pueblo cubano. Los buenos, como los Montecristo, son sólo para exportación. Es increíble que en el país del tabaco, del azúcar y el café la gente no pueda fumar buenos cigarrillos, ni tenga azúcar ni café. Es increíble, pero cierto. Fumar esta basura es mi prueba diaria de patriotismo revolucionario.

La lección –recordó Isadora.

Todos con sus Gitanes encendidos se dirigieron hacia la computadora.

Miren –dijo el francés- Empezamos por encenderla. Aprietan esta tecla. Después les pedirá una clave para entrar. Escriben habanalibre, todo con minúscula y junto. Es la clave, y entran, y una vez que la pantalla esté así, pueden redactar la noticia. Esto es lo que se llama ratón.

Qué ecológico –bromeó Isadora.

Les sirve –aclaró el francés- para mover esto que se llama puntero por toda la pantalla. Van hasta este programa que se llama Word y, así, empiezan a escribir normalmente con este teclado que es como el de las máquinas de escribir: “Un ciudadano contrarrevolucionario francés acaba de entregarle al staff de Islapress, en la capital cubana, un ordenador portátil que tan pronto como sea detectado por la policía política será incautado”. No quiero atosigarlos ahora, pero, después que han escrito, deben guardar el texto así. Si lo desean, pueden guardarlo también en un disquete y si tuvieran impresora también podrían imprimirlo en papel. Ya estamos listos. ¿Entendido? Muy sencillo, ¿no?

Si, -dijo Isadora entusiasta- Quiero comunicarme con mis amigos.

Para eso tienes que estar conectada a Internet mediante la línea telefónica o…
No –aclaró Arturo- No podremos conectarnos a Internet porque nos la detectaría la policía política y nos la quitarían.

Si nos ponemos fatales y nos hacen un registro, también nos la quitarían –dijo Pablo
Ahhh –dijo Isadora.

Bien, amigos. Tengo que hacer otras visitas a otros amigos y entregar algunas cosas que les he traído, mecheros, bolígrafos... Ha sido un placer para mí tener el privilegio de conoceros y de haber hecho mi pequeño aporte a la libertad de prensa en Cuba.

Muchas gracias por la computadora –le dijo Pepe.

¿Adonde nos aconsejarías que fuéramos cuando vayamos a tu bello París -dijo Isadora con la intención de reciprocar el elogio.

Es que todos coincidimos en que Paris bien vale tres misas –dijo Arturo con la misma intención.

Es la ciudad del mundo más visitada por turistas –dijo el francés.

¿Qué lugares me sugerirías? –insistió Isadora.

Los que buscan admirar tesoros culturales van al Museo del Louvre –dijo el francés dejando claro un tono doctoral que sin embargo no molestó- La magnificencia de la vieja torre Eiffel todavía asombra. Muy cerca puedes visitar la tumba de Napoleón y conocer las armas con las que el Emperador conquistó media Europa. Si pretendes contactar con la sensualidad de la ciudad de l´amour puedes hacerlo visitando el barrio Montmartre. Si te interesa conocer el habitat de la vieja aristocracia europea puedes ir a los palacios de Versalles y de las Tullerías. Si simplemente quieres pasear en una amplia avenida y mirar el variado rostro de la muchedumbre, lo lograrás en la avenida de los Campos Eliseos. Podrías ir al Théâtre du Rond Point, en plenos Campos Elíseos, teatro que está rodeado por los jardines y fuentes del Grand Palais y por la Avenue Montaigne con sus tiendas lujosísimas. Tendrías que reservar una de las apenas 750 butacas con que cuenta este pequeño y bello teatro en forma de bombonera que estaría monopolizado por la elegante, refinada, mediática, rica, lúdica y sensible a la belleza Gauche Caviar Parisina. Podrías pedirle un autógrafo a Catherine Deneuve, la inolvidable actriz de Los Paraguas de Cherburgo y de "Belle du Jour", elegante símbolo de Yves Saint Laurent. Si es verano, podrías leer en alguna terraza Le Nouvel Observateur, principal semanario de la izquierda intelectual francesa o el diario de centro izquierda Le Monde. ¿Satisfecha?

Sí, pero pregunté por simple curiosidad. Los cubanos no podemos hacer turismo hacia el extranjero, aunque tengamos el dinero. El gobierno no lo permite –responde Isadora con una triste tonadilla.

Tómate un vaso de agua, francecito, para que conozcas el agua cubana –dijo Pablo extendiéndole el vaso.

Philip, que sudaba, cogió el vaso y bebió.

Muy rica –dijo- Isadora, de todas formas cuando puedas ir a Paris yo seré tu guía –y dirigiéndose a todos- Bien, muchachos. Misión cumplida. Tengo que irme.

El hombre se levanto y, acompañado por todos, se dirigió hacia la puerta.
Francecito, pasas por el Vedado? –preguntó Pablo.

Si, voy para el Vedado –respondió el francés.

Entonces, me voy contigo –agregó Pablo y sin preguntar si importunaba o no caminó con todos hacia el ford amarillo chillón.

¿Qué tienes que hacer en el Vedado, Pablo? –preguntó Arturo.

Tengo que ir a la farmacia –respondió Pablo- Se me acabó el meprobamato.

El francés y Pablo se despidieron y subieron al carro que se perdió al doblar de la esquina.

Que alegría, Arturo –dijo Isadora. Ya tenemos computadora –y se sentó a cacharrear ante Juana de Arco, contenta como la niña que hacia muy pocos años había sido. Tres horas después, cuando ya caía la noche sobre La Habana se levantó convencida de que era la habanera que más sabía de informática.

Te has dado gusto –dijo Arturo- No te he hablado porque te vi tan ensimismada que no te quería molestar.

Isadora, tenemos que ver dónde escondemos a Juana de Arco. Pienso que siempre, excepto cuando la estemos utilizando, debe estar guardada, envuelta en nailon, entre el techo y el entretecho del cuarto de desahogo. Es la única forma en que tal vez nos podría durar algo.

¿No será mejor tenerla en casa de Barbarita? –preguntó Isadora

El problema es que llevarla y traerla de casa de Barbarita puede crear sospecha –argumentó Arturo.

De acuerdo. ¿Arturo, te gusta la frase “Paris bien vale una misa”? –preguntó Isadora.
Me gusta más “Mi palabra va a misa”.-le respondió Arturo.

Muy buena, Arturo –le dijo Pepe.

Tiene poca memoria –le responde Arturo.

A caballo regalao’ no se le mira el colmillo –dice Pepe.

Por la misma esquina que había doblado el viejo ford amarillo chillón acaba de llegar un lada blanco nuevo de chapa amarilla. Cinco hombres vestidos de verde olivo se bajaron y tocaron a la puerta. Arturo y Isadora, que estaban entretenidos con el asunto de la computadora, los vieron cuando ya habían llegado al portal.

-Ay, Arturo –dijo Isadora más como lamento sentimental que por miedo.
Arturo salió a su encuentro.

-Gusano, ¿donde tienes la computadora esa? –le preguntaron y sin darle tiempo a responder- ¡Ah, pero si la maldita esta oyéndonos!

Caminaron hacia la computadora, mientras que Isadora renunciaba a su idea de enfrentárseles y se apartaba en un rincón.

¡Que maravilla, jefe!–dijo el hombre 1.

Todos rodeaban la mesa. El jefe no respondió.

Tu sabes, gusano, que no tienes autorización –dijo el jefe- para tener una computadora.

No, señor. Se equivoca –respondió Arturo- Yo no tengo que tener autorización para tener una computadora.

Ya verás, Arturito, si tienes o no tienes que tener autorización para tener este equipo –dijo el hombre 2

El hombre 3 se inclinó sobre la computadora, la cerró y, con ella, caminó hacia la puerta.

Ya verás, ya verás. Ahora mismo lo verás –dijo el hombre 4.

Como ven, contrarrevolucionarios, se quedaron sin computadora enseguidita, ¿ven? Enseguidita –dijo el jefe.

Bello equipo, jefe –dijo el hombre 4- Pero, gracias a la eficiencia de nuestras gloriosas fuerzas de seguridad no pudieron elaborar ni una noticia con ella.

Se equivoca –dijo Isadora encarándosele al hombre 4- Sí elaboramos una noticia. Está ahí guardada. La noticia de que nos la entregaba un amigo y nos la quitaba un enemigo.

Bien, muchachos. Nos vamos con la misión cumplida –dijo el jefe- Somos cada vez mas eficientes mientras que los agentes del enemigo –dijo mirando a Arturo y Isadora- lo son menos cada día.

Isadora se interpuso rápido entre los hombres que se llevaban su computadora y la imperturbable puerta.

Ustedes lo que quieren es robarse a Juana de Arco –les gritó.

Jefe, Juana de Arco no era la contrarrevolucionaria que quemó en la hoguera el compañero Stalin? –preguntó el hombre 1.

Ah, que buena idea me has dado muchacha –le dijo a Isadora y con una expresión sádica el regordete jefe agregó: Vamos para el patio, compañeros. Seguido por los cuatro policías y por Arturo y Isadora al final, todos se dirigieron hacia el patio.

¿Vamos a hacerle lo mismo que a la contrarrevolucionaria, jefe? –preguntó el hombre 3.

Positivo. Recojan todos esos pedazos de palo y hagan una hoguera en el centro del patio –ordenó el jefe.

En poco rato, y ante las miradas indignadas de Arturo y Isadora, había una hoguera presta a quemar en el medio del patio.

Ahora, compañeros, lo único que falta es que se cumpla la sentencia y, ordenándole al que tenía la computadora, rugió:

Échala a la candela.

La computadora ardió completamente ante los ojos impotentes de Isadora y Arturo, y los verdugos se fueron satisfechos.

-Ánimo, Isadora, ánimo –dijo Arturo- que habrá más computadoras en nuestras vidas.

¡Tú tienes que enamorarte también como yo!

- ¿Has sabido de Amparo? –preguntó Isadora.

-Sí, la llamé anoche –dijo Arturo y preguntó:

-¿Cuándo vas a enamorarte, muchacha?

-Pronto –dijo Isadora

- ¿Me dijiste que me trajiste las revistas Hola, Interviú y Dolce Vita? –preguntó Arturo- ¿Dónde las pusiste?

- Sí, ya papi las leyó –dijo Isadora- Las puse en la gaveta de abajo del aparador para que no se las lleve alguien. ¿Te parecen buenas esas revistas, Arturo?

- Sí, pero, además, yo, como todos, necesito un mundo paralelo y bello –contesta Arturo-, como necesito del poeta César Vallejo, que inventó un idioma dentro de nuestro idioma, o a Jorge Luis Borges, que utilizó perfectamente el que tenía.

-Buenas definiciones acabas de hacer –dice Isadora- , pero, además, todos somos tremendamente rosa o rosados y cursis. Siempre un hombre tendrá que decirle a una mujer: me gustas mucho, así cursimente, rosadamente. Yo también creo que ese periodismo hace falta aunque el Comunismo diga que no.

-Mira, Isadora –dice Arturo- El Diario de Ana Frank, una niña judía. Léelo y pásaselo a alguien, pero mira lo que fue capaz de escribir una niña de 12 ó 13 años. Te leo: “A los jóvenes nos resulta doblemente difícil conservar nuestras opiniones en unos tiempos en los que se destruye y se aplasta cualquier idealismo, en los que la gente deja ver su lado más desdeñable, en los que se duda de la verdad y de la justicia y de Dios”. Fin de la cita. Parece como si se estuviera refiriendo a la vida de los jóvenes en este gran campo de concentración que ya dura casi medio siglo en Cuba.

-Ana Frank murió en un campo de concentración nazi, ¿no? –precisa Isadora.

-Sí, -dice Arturo- léelo y pásalo. Y pasando de palo pa’ rumba. Mañana, a primera hora, tenemos que denunciar por las emisoras cubanas de Miami y por Radio Martí, en Washington, esta atrocidad. Vengan temprano –dijo Arturo y agregó: Cuando te enamores, sobretodo si es locamente, Isadora, podrás soportar mejor las ejecuciones de las computadoras. ¡El amor ayuda mucho!–dijo Arturo, le tiró el brazo por arriba a Isadora y la invitó a dar un paseo por La Habana, aunque para ellos siempre andar por esta ciudad ya fuera peligroso, pero a la muchacha no se le iba aquella frase de la cabeza y quizás la acompañaría para toda la vida: -échala a la candela.

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